Al hablar realizamos movimientos muy rápidos con los labios, lengua, mandíbula, velo del paladar, laringe y una participación activa de la musculatura respiratoria.
Para obtener un habla inteligible los movimientos de los músculos y las articulaciones deben ir en la dirección correcta y ejecutarse con la fuerza necesaria y la precisión oportuna. Nuestro cerebro es el responsable de que estos movimientos complejos sean programados y llevados a cabo de forma coordinada.
Cuando una persona sufre una lesión cerebral, bien por un traumatismo craneoencefálico (TEC), accidente cerebrovascular (ACV) o bien por una enfermedad neurodegenerativa, congénita o tumor, los órganos empleados para hablar sufren alteraciones en el tono, fuerza, simetría, sensibilidad y velocidad de los movimientos provocando dificultades en la respiración, la fonación, articulación, la resonancia y la entonación (Procesos motores básicos).
Estas dificultades en la articulación comprenden diferentes características dependiendo del lugar de la lesión siendo las más frecuentes:
- Incoordinación fonorespiratoria.
- Voz áspera/soplada/nasalizada/entrecortada.
- Intensidad de voz disminuida/elevada/fluctuaciones
- Pérdida de precisión articulatoria
- Ritmo de habla lento/acelerado
- Debilidad y escasa movilidad de lengua, labios, mandíbula, velo del paladar.
- Falta de control de la saliva (sialorrea)
- Alteración en la entonación
- Dificultad al masticar y tragar
La disartria debe ser abordada desde distintas perspectivas, es decir, paciente, familia y fonoaudiólogo deben involucrarse de forma activa para perseguir el mismo objetivo: lograr una comunicación lo más efectiva posible.