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miércoles, 24 de septiembre de 2014

Disartria, estrategias de intervención fonoaudiológica

Al hablar realizamos movimientos muy rápidos con los labios, lengua, mandíbula, velo del paladar, laringe y una participación activa de la musculatura respiratoria. 

Para obtener un habla inteligible los movimientos de los músculos y las articulaciones deben ir en la dirección correcta y ejecutarse con la fuerza necesaria y la precisión oportuna. Nuestro cerebro es el responsable de que estos movimientos complejos sean programados y llevados a cabo de forma coordinada.
 
Cuando una persona sufre una lesión cerebral, bien por un traumatismo craneoencefálico (TEC), accidente cerebrovascular (ACV) o bien por una enfermedad neurodegenerativa, congénita o tumor, los órganos empleados para hablar sufren alteraciones en el tono, fuerza, simetría, sensibilidad y velocidad de los movimientos provocando dificultades en la respiración, la fonación, articulación, la resonancia y la entonación (Procesos motores básicos).


Estas dificultades en la articulación comprenden diferentes características dependiendo del lugar de la lesión siendo las más frecuentes:

  1. Incoordinación fonorespiratoria.
  2. Voz áspera/soplada/nasalizada/entrecortada.
  3. Intensidad de voz disminuida/elevada/fluctuaciones
  4. Pérdida de precisión articulatoria
  5. Ritmo de habla lento/acelerado
  6. Debilidad y escasa movilidad de lengua, labios, mandíbula, velo del paladar.
  7. Falta de control de la saliva (sialorrea)
  8. Alteración en la entonación
  9. Dificultad al masticar y tragar

La disartria debe ser abordada desde distintas perspectivas, es decir, paciente, familia y fonoaudiólogo deben involucrarse de forma activa para perseguir el mismo objetivo: lograr una comunicación lo más efectiva posible.




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